RAPELAR CON VIENTO

10/09/2019 .BUENO Y LARRAÑAGA.
RAPELAR CON VIENTO


CLAVES Y PRECAUCIONES

Rápel con viento

Aparte de todas la precauciones y atención que debemos prestar en un descenso en rápel, con viento hay que echar mano, además, de algunos trucos extra para evitar enganchones de la cuerda y las situaciones peligrosas derivadas de esta circunstancia. Como vamos a ver, la clave reside ahora fundamentalmente en una buena gestión de la cuerda.

Hace viento y lanzas las cuerdas para rapelar... MAL. Seguramente se te van a enredar.  (Dani Castillo Clownclimbing)
Hace viento y lanzas las cuerdas para rapelar… MAL. Seguramente se te van a enredar.

Aparte de todas la precauciones y atención que debemos prestar en un descenso en rápel, con viento hay que echar mano, además, de algunos trucos extra para evitar enganchones de la cuerda y las situaciones peligrosas derivadas de esta circunstancia. Como vamos a ver, la clave reside ahora fundamentalmente en una buena gestión de la cuerda.

Vaya miedo pasamos todos cuando toca descender por una pared con viento. Si la norma es prestar la máxima atención cuando bajamos en rápel, en estos casos toda precaución es poca. Nunca olvidemos que aunque la escalada resulte sencilla y segura, el descenso puede convertirla en una actividad comprometida. Nuestro deber es reducir los riesgos en la medida de lo posible. Siempre que sea viable, lo recomendado es bajar a pie y evitar las maniobras. Si no nos queda otra que descender por la pared por una línea de rápeles, una buena gestión de la cuerda es sin duda garantía.

¿Y si encima hace viento! Vamos a organizarnos y a poner en práctica estrategias para evitar que la cuerda quede atrapada y se desplace fuera de la vertical por donde vamos a descender. Una cuerda enganchada en un rápel no es otra cosa que el origen de un cúmulo impredecible de problemas, desesperación y un montón de papeletas para una tómbola en la que se rifa un accidente.

Si tenemos cierta experiencia, seguro que habrás visto cuerdas desplazadas muchos metros en horizontal e incluso, en situaciones extremas, elevadas por encima nuestro. Los consejos que a continuación os vamos a explicar no tienen otro fin que el de prevenir problemas en el descenso y con ello garantizar nuestra seguridad.

Cinco consejos básicos

  • Primera pauta: una buena planificación. Estudiemos bien el croquis, la vía y la pared que vamos a escalar. Descifremos posibles vías de escape, descensos alternativos, material extra en caso de necesidad, teléfono para avisar si es que hay cobertura…
  • Si existe la posibilidad de elegir, mejor rápeles cortos y optar por la vertiente más protegida del viento.
  • Usar antirretorno. Seguramente nos tengamos que detener en numerosas ocasiones para maniobrar y desenredar las cuerdas y este artilugio facilita mucho la resolución de todos los supuestos prácticos que vamos a describir (liberar aros, gazas, extraer cuerda de la mochila…).
  • Usar solo la cuerda necesaria para el rápel en cuestión. Si el rápel es de 20 metros y hemos utilizado para la escalada dos cuerdas de 60, trabajaremos tan sólo con una. ¿Y qué hacemos con la otra? Pues la plegamos o la “ensacamos”. Es importante disponer siempre de la cuerda a nuestro alcance y más si las condiciones son desfavorables. Podemos llevarla en una mochila, plegada en el cuerpo o recogida con nudos sobre el arnés (repasar artículo en Desnivel 336) para evitar que el aire la desplace. Aunque pensemos que ya no nos va a hacer falta, 
  • Antes de iniciar el descenso, dejaremos claro con nuestro compañero cómo nos vamos a comunicar (seguramente no nos oiremos). Por ejemplo: cuando llegue a la R, silbo, al liberar tensión desciendes… incluso ¡te mando un wasap! ¡Qué cara de búho se nos queda cuando la cosa se complica, no hemos establecido una comunicación y el mochuelo no baja y no sabemos por qué!

Material extra

Vamos a hablar de lo básico, porque cada actividad tiene sus peculiaridades. Incluso un descenso no programado por una vía sencilla pero desequipada puede resultar una locura donde tengamos que abandonar hasta los calcetines.

En actividades en alta montaña en días con parte meteorológico dudoso, además de nuestro kit personal deberían acompañarnos unos cordinos, navaja, algún anillo de dyneema y, en ocasiones, algo de material extra como fisureros, una maza y cuatro clavos.

Sí, ya, el uso de maza y clavos parece hoy en día reservado a los escaladores más clásicos… ERROR: en más de una ocasión nos puede resolver la papeleta, incluso en lugares famosos y frecuentados del Pirineo, por ejemplo Ordesa. La maza también nos puede venir bien para afianzar los clavos. preinstalados, sobre todo a principio de temporada, tras el invierno (el hielo hace de cuña en las fisuras y deja sueltos algunos clavos).

Aunque en vías equipadas la retirada parece a priori más sencilla, no infravalores ninguno de estos consejos:

‘Ensacado’ de cuerda y transporte del petate

Si hemos decidido llevar la cuerda ‘ensacada’ dentro de la mochila hay que tener en cuenta lo siguiente. Un rápel con un mochilón repleto de material puede convertirse en una tortura, todavía más si lo llevamos de cualquier manera. A veces incluso puede desencadenar un accidente, sobre todo si optamos por llevarlo a la espalda y su peso es excesivo: descendemos más rápido, por el peso y porque la sobrecarga que este ejerce sobre los hombros provoca instintivamente que nos apresuremos para quitarnos cuanto antes el muerto de encima. Un rápel volado o muy vertical revienta a cualquiera en esta situación. Para evitarlo, hay dos opciones: una, para los casos menos pesados, fijar la carga al punto ventral del arnés con un anillo independiente, así una vez alcanzada la siguiente reunión o instalación de rápel podemos fijarlo a ésta y liberarnos del lastre rápidamente. La segunda, para petates muy pesados, consiste en fijarlo de igual modo pero sobre el mosquetón del descensor; es sin duda el método más cómodo.

Plegado en el arnés

Es la versión menos utilizada por la mayoría de alpinistas, pero si la dominas resulta una buena opción en terreno vertical o desplomado, cuando no disponemos de mochila, que nos permite recoger la cuerda en bucles (generalmente con cuatro o cinco es suficiente) a nuestro antojo de forma rápida y sencilla. Además, el descenso será más rápido que con la cuerda plegada al cuerpo.

  • Los extremos tienen que estar anudados en el arnés para realizar la maniobra de introducir la cuerda por la siguiente instalación y ganar tiempo.
  • Hay que ser cuidadoso y ordenar bien los nudos en el arnés. Una vez atados los extremos comenzaremos por el primer bucle y lo fijaremos al arnés con una gaza simple y una comba generosa (de alrededor de 5 metros), después otro bucle y una comba de menor tamaño que la anterior, así hasta disponer de más de la mitad de la cuerda sobre el arnés. El motivo de hacerlo así es que cuando retiremos una no se enrede.
  • Por su tamaño, mejor usar un mosquetón HMS.
  • Para el descenso con dos cuerdas es interesante mosquetonear cada gaza con una cuerda distinta y diferenciar por colores, así sabremos rápidamente cuál es la siguiente a liberar.

Plegado en aros sobre el pecho

EL plegado de la cuerda en aros sobre el pecho es la versión más práctica y eficaz en un rápel sobre terreno tumbado o ligeramente vertical cuando no disponemos de mochila. El sistema de nudos en el arnés nos complicará el descenso ya que la cuerda se irá enganchando, la pisaremos continuamente y podemos provocar incluso caída de piedras. ¡Atención a las cordadas por debajo nuestro!

  • Hay que iniciar el plegado desde los extremos, tanto si utilizamos una cuerda simple o bien dos dobles/gemelas.
  • El extremo que debamos introducir por la siguiente instalación lo llevaremos anudado al arnés de igual modo que en la anterior versión.
  • Sed cuidadosos al hacer los plegados. El orden nos facilitará el trabajo posterior.